lunes, 22 de septiembre de 2014

la huella del agua



primer ejercicio. Aproximación poética a un margen de La Malahá

En este dibujo sin título de Álvaro Siza reconocemos una  serie de objetos cotidianos: vaso, taza, copas, cucharillas y botellas, servilletas; la mesa en que se posan, un probable cortinaje al fondo; su mano y el cuaderno en el que se inicia el dibujo. Pensamos en una sobremesa (¿Cuántos comensales?) y, tal vez en el placer de deslizar el lápiz por la superficie de las cosas mientras se escucha, o se piensa  o recuerda. Quizá tan sólo el hábito del dibujo. Y aún si así fuera, el cuidado, la integridad física de cada objeto, la opacidad y la transparencia, la cantidad de líquido en las copas, las etiquetas de las botellas. La urgencia por ennegrecer el encendedor. No parece que esta mesa sea una creación, ni tampoco una composición. Cuesta reconocer un centro o un motivo y todos imaginamos más mundo fuera de cuadro. Es el dibujo de un fragmento de paisaje con absoluta aceptación de sus circunstancias, casi una fotografía, una instantánea (pero no, o, mejor, ¿pero por qué?).

En el último ensayo que publicó en vida, “La cámara lúcida. Nota sobre fotografía”, Roland Barthes, intenta dilucidar el sentido de “el universal sin el cual no existiría la fotografía”, deteniéndose en una serie de fotos. Diferencia en ellas el studium, todo el contenido cultural, sociológico, documental, estilístico, estético, técnico, etc., y el punctum, un detalle, una parcialidad que se superpone y atrae y atrapa. Con estos dos conceptos casi concluye que la fotografía presenta un único y paradójico argumento, la fotografía dice “esto ha sido” y únicamente eso. Sólo cuando se detiene en las fotos hechas a su madre, el ser que más amó, ya fallecida, aparece un nuevo concepto al observar, al sentir, que su madre no está en las fotos en las que aparece, salvo en una lejana, cuando apenas era una niña. A este concepto lo llama el aire. El sentido del studium, los filtros desde los que extraer o aplicar un cierto conocimiento, la atracción del punctum, la posibilidad del aire.

En un margen de La Malahá, en suave ladera hacia el norte, orientada hacia la ciudad de Granada, confluyen el paisaje natural y el agrícola; algún resto construido y algún resto enterrado de historia; el caserío vario, un arroyo y unas salinas. Hacia ese lugar iniciaremos un paseo, y allí buscaremos huellas, trazas, situaciones y procesos. Allí nos acercaremos como a una tribu desconocida, imitando sus gestos para intentar aprenderlos. Esta imitación serán dibujos, gráficos, maquetas, acciones, juegos, producciones audiovisuales, etc. Este será nuestro trabajo poético, en él estarán contenidos y expresados nuestros hallazgos, nuestros encuentros y nuestra atención a aquellos aspectos concretos que consideremos significativos. Recogeremos material, traeremos material o lo produciremos.
Asegura Siza que la belleza de la ciudad depende del “balance entre autonomía y dependencia. Una oscilante relación, nunca definitiva”. (Entonces, cada dibujo suyo tiene algo de indagación y de constatación, más aún, de aceptación. La escena de sobremesa, un paisaje urbano sobrevolado, como él acostumbra). Podemos ampliar y aplicar esta idea, las relaciones entre autonomía y dependencia, a las situaciones que se nos presentan, atender a esas relaciones, estudiarlas, y con ello dar forma a nuestra construcción análoga. En el trabajo a entregar habrá constancia del conocimiento alcanzado del lugar, su studium, de los detalles o temas significativos, su punctum, y aspirará a hacer sentir el aire. Se propone al alumno buscar el aire como se obtiene la sal, por decantación, por su poso. La sal aquí es una de las huellas del agua. 

De equipaje, los textos similares de cursos anteriores, considerados como invitaciones a otros paseos (los viajeros románticos, derivas, situacionismo, mapas y cartografías, etc.):